Alejado del circuito tradicional rosarino, entre casas bajas y ladrillos a la vista hay una hermosa puerta antigua y pegadito a ella un pasillo largo. Al final se lee “BELGRANO Café - Birra - Vermú” sobre un portón blanco. Haciéndole honor al barrio homónimo donde creció y con entusiasmo de impulsarlo a florecer, Matías Dana materializó hace tres meses este deseo junto a su padre. Un proyecto que les llevó nada más y nada menos que 10 años en concretar, con todas esas vueltas que tiene la vida. A Mati no le gustan las etiquetas, él cuenta que es simplemente un aficionado a todo lo que tenga que ver con la gastronomía (aunque sabemos que es un gran cantinero, cocinero y fanático incurable del helado artesanal). Tiene en su mirada una mezcla de sensibilidad y fortaleza en igual proporción, calidez y simpatía que se hacen carne mientras escuchás con qué pasión relata sus travesías. Un tipazo, laburante nato, detallista e incansable al que se lo puede encontrar ahí siempre. Fue ganador de la competencia MAPA14 (Movimiento Aperitivo Argentino) en la categoría aficionados con su aperitivo “Cocomero Rosso”, reivindicando la combinación vino/sandía que tantos mitos tiene detrás. Tanta garra la debe haber heredado de su padre, quien armó a pulmón casi todo lo que se ve en el lugar: desde la espectacular barra de madera, las banquetas giratorias y las mesas triangulares hasta los preciosos bancos de plaza de la galería que son réplicas exactas de los que están en el Parque Independencia desde el 1900.
Adelante se encuentra el almacén “Baratillo 1001” que era de su abuelo y fue trasladado antes de abrir el bar. En el subsuelo está la cava “Bordó Buenos Vinos” que guarda más de 900 etiquetas de vinos nacionales y espirituosas y es atendida por Hernán (sommelier de la casa), brindando la posibilidad de llevar cualquier vino a precio de vinoteca amigable para disfrutarlo en casa o en los bancos de la galería, con servicio de descorche y copas incluido.
Al fondo en Belgrano nos recibió Luz a quien su nombre realmente la define, es un sol. ¡Todo el espacio es espléndido y está lleno de detalles retro! La carta tiene lo necesario para una experiencia inolvidable a toda hora del día y para toda la familia pero sin dudas el vermú es la estrella indiscutible.
Por supuesto, anclamos en la barra que es la diva del local para atacar la provoleta y el sándwich de pollo (hecho con pollo al spiedo, una especialidad del almacén para chuparse los dedos) con tomates asados, pasta de ajo y mostaza dulce en pan de miga acompañado de papas rústicas; claramente los bajamos con un aperitivo de grifo: Vermú Rosso De La Casa con Cinzano Rosso, Hesperidina, Cynar, soda y rodaja de pomelo. ¡Todo estuvo absolutamente sensacional y ultrasabroso! El aperitivo, ¡un placer! Nos quedó pendiente la parte dulce donde uno de los destacados es el turrón de Quaker (originalidad e impronta argenta acá hay de sobra).
En definitiva, Belgrano sabe inspirar alegría y buena energía haciéndote sentir como uno más de la familia. Estando por Rosario es una visita obligada por la que vale la pena salir de la zona turística y es indispensable ir tanto de día como de noche para descubrir sus dos caras tan fantásticas como diferentes. Es de esos lugares que gracias a su característico empuje y fuego interno, la Historia seguramente lo llevará a convertirse en legendario.
Si bien el espacio reúne las tres propuestas, cada una tiene su sello particular y funciona por separado: el bar se llama Belgrano Café Birra Vermú, la cava, Bordó, y el almacén (que ya estaba funcionando previamente) Baratillo 1001. Ubicado sobre Provincias Unidas al 770, el paseo abrió sus puertas a mediados de agosto.